Cinco cosas que aprendí a bordo de una moto


La vida, desde el asiento de una moto, luce un tanto diferente. Al menos para alguien como yo, quien apenas debuta como motociclista aficionado.

Por una combinación de “factores especiales” decidí estacionar mi camioneta por un tiempo y prestar la moto de Roberto, un  buen amigo solidario. Luego de un mes conduciendo esta motocicleta, he disfrutado mucho este medio de transporte, pero me encontré con 5 sorpresas:

El aire es impuro.
Lo primero que uno siente cuando viaja en una moto es el viento. Como una refrescante brisa a baja velocidad, o como intenso huracán a más de 70 km/h. Pero ese viento nunca viaja solo, acarrea toda clase de partículas, bichos y hasta objetos que molestarán tu cara y castigarán tus ojos, especialmente si no llevas un casco.

El aire exterior no solo lleva cosas, también transporta olores, suaves e intensos, a perfume, a comida, a tierra mojada, a leña sobre el fuego, a basura, a zorrillo que terminó sobre el asfalto. Pero de todos los olores, el que me resulta más molesto, es ese olor a humo automotriz. Camiones y buses, arruinarán tu travesía con las más pesadas bocanadas de gas, directo a la nariz. En casos, el humo será tan sofocante que buscarás la forma de escapar con maniobras atrevidas.

Te vuelves invisible.
Salvo aquellos que conocen bien tu moto y tu ropa, pocos te responden un “adiós”. El casco anula tu identidad, nadie te reconoce, te ves igual que todos los motorizados.

Pero más triste o más molesto que ese adiós no correspondido, es el hecho de que muchos conductores disminuyen la velocidad para contemplar a una chica por la calle, pero aceleran contra ti para ganar ventaja. No les importa, se hacen los que no te ven y echan el carro encima de tu moto y tu derecho. En una ocasión escuché a mi mente vociferar contra uno de esos machistas del volante: “¡Animal!” Después me lamenté de haber ofendido a todo el zoológico.

No puedes andar ‘guapo.’
Tengo otro amigo a quien le dicen “Moreno”. Todo el tiempo camina mal peinado, siempre viste jeans y botas rudas. Cuando pasa se siente una suave fragancia a combustible y ‘limpio’ no es precisamente su adjetivo favorito. Muchas veces me quejé de su apariencia, hasta que me tocó andar en una moto.

Moreno transita también un camino polvoriento para llegar a su trabajo. Algunas veces el camino amanece bonito, despejado, y con una tierna capa de rocío. Otras veces el camino amanece con enormes pegaderos de lodo o agitado con muchos conductores apurados.

He tenido que aceptar que no importa si es urbano o si es rural, el camino desajusta la apariencia del que anda en una moto. Y si no la desajusta, la modifica. Hay cierta ropa que dejarás de usar, de comprar y de lucir. Tendrás que aceptar tu imagen ‘poco prosperada.’

Vales un poco menos.
Esto lo noté cuando llegué a la puerta de un banco vistiendo una mochila y el pesado casco negro. Era el mismo guarda de seguridad pero su tono fue distinto. No hubo “bienvenido a su banco señor”. Me auscultó lo más que pudo con su detector de metales y “y me dejás el casco aquí,” me dijo, haciendo un chasquido con sus dedos.

Tampoco el chavalo del parqueo me saludó como cuando llego en mi 4x4. Tampoco me anunció el habitual “ahí se la cuidamos.” La gente fue distinta, pero me fijé que era porque yo andaba distinto.

Te acercas más a Dios.
La probabilidad de hacer un viaje al Paraíso se incrementa en cada viaje en moto. Pero se multiplican también las bendiciones que te dicen: “Dios te lleve con bien”, “con cuidado hermano,” “Jehová te bendiga y te guarde hijito”, “¡Declaro que llegas con bien!”… son algunos de los rezos más bonitos que he escuchado. Pero a la vez, estos dichos hermosos, me recuerdan lo vulnerable de la vida viajando en equilibrio.

Con todo y esto, me siento tan a gusto y tan libre cabalgando sobre “La Yegua” -como le dice Roberto-, la Suzuki montañera de 200cc que siempre enciende a la primera, la cual me transporta donde quiera por una simbólica donación de gasolina.


Este es un pequeño homenaje para todos aquellos ‘amigos y hermanos’ que por “factores especiales” deben moverse, todos los días, a bordo de una moto. Mis respetos y que ¡Dios los guarde!


Comentarios